Cano

/ sábado, 5 de noviembre de 2011 /

Bajo el tórrido sol de septiembre, la vereda de Santa Bárbara evocaba una sensación inquietante, como si toda la belleza suspendida de aquel paisaje idílico pendiese en realidad de un tenso hilo.


Guillermo Suárez lo sabía.


Sus rasgos afables, domados por un jovial bigote y una mirada cálida, no conseguían disimular aquella postura imperturbable que siempre le acompañaba, en constante alerta, nunca relajada. Probablemente, no había tiempo para ello. "Ésta es una guerra de minas y francotiradores en plena selva, es una locura", explicaba aquel militar colombiano. No era un soldado cualquiera. Comandante de la Fuerza de Tarea del sur del Tolima, el general Guillermo Suárez había recibido el encargo, pocos meses antes, de capturar a nada menos que a Alfonso Cano, alias de Guillermo León Sáenz Vargas (Bogotá, 1948), líder de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.


Pisar la vereda de Santa Bárbara, en el municipio de Chaparral, al sur de Colombia, resulta casi un privilegio. Territorio tradicional de las FARC y cuna en la que nació la guerrilla más antigua de Latinoamérica, fue en ese lugar idílico donde los rebeldes colombianos emprendieron una guerra contra el Estado hace medio siglo. Hasta hace apenas siete años, había sido un feudo exclusivo de la guerrilla. Es, sin duda, una de las partes más peligrosas de Colombia. Ocho mil soldados desplegados atestiguan ese hecho.


Pero la mirada de Suárez se dirigía a una garganta que se esparce junto a esa vereda, el llamado Cañón de las Hermosas. Un territorio con alturas de entre 3.200 y 4.200 metros, condiciones meteorológicas extremas, vías de comunicación casi inexistentes y un enemigo agazapado en una selva que se extiende hasta el sur del país. Ahí era donde se escondía Cano. Ahí era dónde aguardaba la obsesión de Suárez.


Quince anillos de tropas rebeldes, formadas por cerca de 300 hombres, además de medio millar de milicianos infiltrados entre la población civil de las poblaciones cercanas, protegían al líder guerrillero. Cano, un antropólogo comprometido con las causas sociales durante su época estudiantil, acabó erigiéndose en el mayor ideólogo de la historia de las FARC. Intransigente y convencido de la inutilidad de las negociaciones, sus gafas de pasta y su barba tupida eran un símbolo del grupo rebelde que nació en 1969 para defender los derechos campesinos y acabó convirtiéndose en un grupo terrorista que secuestró a decenas de personas, con atentados cada semana en distintas partes del país. Debilitada con la llegada del nuevo siglo y la inyección económica y logística de Estados Unidos al gobierno colombiano, en dos décadas la guerrilla ha pasado de 18.000 efectivos a apenas 6.000. El narcotráfico, con la caída de los grandes carteles de la droga colombianos, es ahora la principal vía de financiación para poder sobrevivir, aunque sea a costa de pervertir aquel ideario original.


En un país que empieza a superar casi un siglo de luchas intestinas que lo han desangrado, cada movimiento se convierte en una turbada partida de ajedrez. "Estamos iniciando la partida. Llevamos pocos meses y éste es un problema de 40 años. Aquí vamos a jugar como juegan ellos, que es con el tiempo. Para ellos, el tiempo no importa, a nosotros tampoco nos va a importar. Vamos a ver quién resiste más", advertía Suárez, tan tranquilo como amenazante. Un año después de aquella entrevista, Cano ha sido abatido a tiros en una operación militar en las selvas del departamento del Cauca, al suroeste del país, donde se presumía que había ido reculando paulatinamente. "El golpe más duro a la guerrilla en toda su historia", ha asegurado el presidente Juan Manuel Santos. Las imágenes del cuerpo inerte del número uno guerrillero, sin su perenne barba y despojado de sus inseparables gafas redondas, no dejan de ser una metáfora de la transformación del grupo armado colombiano, cuyo futuro es ahora una incógnita. Desaparecidos en apenas tres años líderes históricos como Tirofijo, Raúl Reyes, Mono Jojoy y, ahora, Alfonso Cano, unas FARC descabezadas se encuentran más débiles que nunca, pero metidas de lleno en el negocio del narcotráfico. "Cano caerá de una forma u otra", concluía Suárez. Un año después, el rey ha caído, sí. Pero la partida aún está lejos de cesar.



Y en la cara A: "El general que persigue al líder de las FARC dice que caerá 'de una forma u otra'" (Entrevista para Efe, 20 de septiembre de 2010).


Vídeo de la entrevista para EFE TV (Imágenes y texto: Àlex Cubero)


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