No se escriben crónicas sobre tipos como Carmona. La gente prefiere hablar de Isaac Cuenca, el descarado, ese que en un año ha pasado de jugar en Segunda B a ser titular durante dos jornadas en el mejor equipo del mundo y, por si fuera poco, a estrenarse como goleador. O del prometedor debut de Gerard Deulofeu, aquel del que todos comentan, la joven perla de La Masia, el Messi del futuro aún por pulir. Un púber que con apenas 17 años ya trotó unos minutos por el césped del Camp Nou, dejando entrever alguna de sus insolentes gambetas.
Pero no, nadie acostumbra a hablar de individuos como Carmona. De un centrocampista de cierto aire proletario, sin alardes ni adornos, un soldado de trinchera. No es Carlos Carmona (Palma de Mallorca, 1987) el más artístico del filial azulgrana, ni siquiera el más creativo, mucho menos el líder del Barça del mañana. De cuerpo robusto, silueta desgarbada y cejas constantemente fruncidas, tan pronto borda un regate perfecto como se le escapa un control fácil. Pero desde que hace tres jornadas regresara al once titular, su equipo no ha dejado de ganar. Ayer, con un gol y un partido redondo, lo hizo todo en un equipo que hasta hace una semana navegaba hacia la nada. Nadie habla de tipos como Carmona, no. Pero pocos pueden sobrevivir sin ellos.
Y en la cara A: El Barça B culmina su semana perfecta (crónica para Efe)
