De osos polares y micos azulgranas

/ martes, 13 de diciembre de 2011 /

Una de las cosas que más impresionan de asistir a un entrenamiento del Barça es el sonido del balón. En sesiones en el Camp Nou como en la previa del Clásico, uno puede sentir cómo el eco del toque se esparce suavemente por todas las cavidades del estadio, fluyendo entre los asientos vacíos, penetrando en el césped, danzando en el silencio. Un sonido hipnótico, casi narcotizante. Tac, tac, tac, tac. La cadencia de la pelota. Solo eso y nada más.


Algo parecido debió sentir el Real Madrid en la segunda parte del partido del sábado, con un Bernabéu tomado por el runrún del balón y el silencio revelador de la grada. Es la dictadura del Barça, la tiranía del fútbol. Una hegemonía coral y afinada en la que conviven múltiples personalidades hasta extremos antagónicos. La anarquía de Cesc con la ortodoxia de Xavi, el hormonal Alexis con el sosegado Iniesta, la divinidad natural de Messi con la humanidad caduca de Puyol. Pero todos bajo el paraguas de una causa. Porque no son los nombres. Es el estilo. Por eso, Guardiola no ha repetido once titular en los 26 encuentros disputados este curso. Manda el libreto, más allá de los actores y las tácticas de rigor.


Y ahí radica todo. Desde hace varias temporadas, el Madrid se obsesiona en mejorar su plantilla para poder atrapar al Barça, mientras que los azulgrana lo hacen para evolucionar en su idea de juego, para superar su propia perfección incompleta. Transformarse para perdurar. Un dato resulta evidente en este sentido: los dos fichajes de esta temporada, Alexis y Cesc Fàbregas, fueron titulares y claves en el resultado final, mientras que las incorporaciones estrella del anterior curso, Villa y Mascherano, fueron suplentes en el Bernabéu. Evolucionar para adaptarse mejor al medio.


Y mientras el Madrid es un oso polar lanzando zarpazos mortales en mitad de la selva, los chicos del Barça son esos micos aparentemente inofensivos que se pasan el coco de palmera en palmera, divirtiéndose, al mismo tiempo que el oso persigue sombras y muere de puro agotamiento. Porque en este mundo no sobreviven los más fuertes, sino los mejor adaptados. Y en la selva del fútbol, hoy manda el sonido del coco moviéndose de lado a lado. El eco despótico de un balón que hoy es del Barça y solo del Barça. Tac. Tac. Tac. Tac.



Extracto del artículo de opinión "De osos polares y micos azulgranas", publicado en Palco Deportivo el 13 de diciembre de 2011.


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